Dentro de la reciente y, a nuestro juicio, fantástica proliferación de los llamados “grupos tributo” que nos ofrecen réplicas sorprendentemente parecidas a espectáculos de grupos legendarios, nos ha visitado por segunda vez en un año el grupo Pink Tones. Ayer sábado (7 de febrero) ofrecieron su show Steel Breeze en la sala Finisterrae, en el hotel Finisterre de A Coruña.
Allí estábamos cientos de entusiastas seguidores de los geniales Pink Floyd, en su mayoría pertenecientes a la generación del baby-boom coruñés, esa que nació en la década de los 60, disfrutando como (cuando éramos...) niños con los temas de esta extraordinaria banda de rock progresivo.
Pink Tones ofrece un generoso producto musical y visual, que consigue acercarse lo suficiente al original como para entusiasmar al fan y conseguir satisfacer al público, que encuentra lo que realmente busca, una propuesta creíble de lo que casi nadie ha conseguido por estas tierras, ver en directo al mejor Pink Floyd de la historia.
Más de tres horas de concierto recorren éxitos, pero también temas cuidadosamente seleccionados. Todos vibramos por igual con los conocidos Money, Wish you Were Here o Another Brick in The Wall, pero también con la complejidad de los largos temas como Echoes o Dogs.
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